sábado, 9 de julio de 2011

Sé tú mi límite


Tu cuerpo puede
llenar mi vida,
como puede tu risa
volar el muro opaco
de la tristeza.

Una sola palabra tuya quiebra
la ciega soledad en mil pedazos.

Si tú acercas tu boca inagotable
hasta la mía, bebo
sin cesar la raíz de mi propia existencia.

Pero tú ignoras cuánto
la cercanía de tu cuerpo
me hace vivir o cuánto
su distancia me aleja de mí mismo,
me reduce a la sombra.

Tú estás, ligera y encendida,
como una antorcha ardiente
en la mitad del mundo.

No te alejes jamás.
                              Los hondos movimientos
de tu naturaleza son
mi sola ley.
                  Retenme.
Sé tú mi límite.
Y yo la imagen
de mí, feliz, que tú me has dado.

José Ángel Valente | La memoria y los signos | 1966

miércoles, 6 de julio de 2011

Una sombra blanca


Yo recordaba vagamente el Palacio de Brandeso, donde había estado de niño con mi madre, y su antiguo jardín, y su laberinto que me asustaba y me atraía. Al cabo de los años, volvía llamado por aquella niña con quien había jugado tantas veces en el viejo jardín sin flores. El sol poniente dejaba un reflejo dorado entre el verde sombrío, casi negro, de los árboles venerables. Los cedros y los cipreses, que contaban la edad del Palacio. El jardín tenía una puerta de arco, y labrados en piedra, sobre la cornisa, cuatro escudos con las armas de cuatro linajes diferentes. ¡Los linajes del fundador, noble por todos sus abuelos! A la vista del Palacio, nuestras mulas fatigadas, trotaron alegremente hasta detenerse en la puerta llamando con el casco. Un aldeano vestido de estameña que esperaba en el umbral, vino presuroso a tenerme el estribo. Salté a tierra, entregándole las riendas de mi mula. Con el alma cubierta de recuerdos, penetré bajo la oscura avenida de castaños cubierta de hojas secas. En el fondo distinguí el Palacio con todas las ventanas cerradas y los cristales iluminados por el sol. De pronto vi una sombra blanca pasar por detrás de las vidrieras, la vi detenerse y llevarse las dos manos a la frente. Después la ventana del centro se abría con lentitud y la sombra blanca me saludaba agitando sus brazos de fantasma. Fue un momento no más. Las ramas de los castaños se cruzaban y dejé de verla. Cuando salí de la avenida alcé los ojos nuevamente hacia el Palacio. Estaban cerradas todas las ventanas: ¡Aquella del centro también! Con el corazón palpitante penetré en el gran zaguán oscuro y silencioso. Mis pasos resonaron sobre las anchas losas.

Ramón María del Valle-Inclán | Sonata de otoño | 1902




¿Te has preguntado alguna vez cómo sonaría la voz real de Valle-Inclán? ¿Con qué entonación leería sus propios textos? ¿Tendría la dicción de alguien dedicado al teatro? ¿Sería tan gallego en su acento como en sus escritos? Pues no te quedes con ganas. Sal de dudas. Abajo te enlazo una grabación hecha por Tomás Navarro Tomás en 1931. La primera vez que la escuché fue en un CD doble editado por el Archivo de la Palabra, donde, bajo el título genérico de Voces de la Edad de Plata, se agrupaban las voces originales de personalidades tan destacadas como Pío Baroja, Jacinto Benavente, Miguel de Unamuno, Azorín, José Ortega y Gasset, Fernando de los Ríos, Armando Palacio Valdés, Juan Ramón Jiménez, Menéndez Pidal, Ramón y Cajal, Alcalá Zamora, los hermanos Quintero o la mismísima Margarita Xirgu, entre otros muchos. Una delicia. Qué pena que sean tan poco conocidas estas grabaciones (u otras similares). Aunque, bien pensado, me alegro de que, con lo poco cuidadosos que somos los españoles con nuestro pasado, se hayan conservado al menos éstas. Podría ser peor.

El fragmento concreto que lee Valle se corresponde casi con el comienzo de la Sonata de otoño, auténtica obra maestra de la prosa modernista española. Un prodigio de musicalidad y gusto por la estética decadentista. En concreto, es el momento en que, llamado por Concha, regresa, tras muchos años, al Palacio de Brandeso. La lectura es un poco más extensa que el texto que yo he reproducido arriba. Además, se acompaña de un poema de Claves líricas. Su voz es espectral. Juzga por ti mismo. Basta con pulsar play en la web a la que lleva el enlace. Ya me dirás.

Audio | Llegada del Marqués de Bradomín al Palacio de Brandeso | Voz: Valle-Inclán | 1931

martes, 5 de julio de 2011

Ausencia


Rumor del agua
Sendero junto al río
Labios húmedos


Fotografía | Annette Pehrsson

lunes, 4 de julio de 2011

Los fantasmas y yo


Siempre estuve acosado por el temor a los fantasmas, hasta que distraídamente pasé de una habitación a otra sin utilizar los medios comunes.

René Avilés Fabila