domingo, 24 de marzo de 2013

Burning Lights


Contraté a un asesino a sueldo (Aki Kaurismäki, 1990) se desarrolla en Londres. Henri Boulanger (Jean-Pierre Léaud) es un oscuro empleado que acaba de perder su trabajo en la oficina de una depuradora de aguas. No tiene nada más. Vive solo, en un piso cochambroso con vistas a una pared de ladrillos. Apenas habla. Sus habilidades sociales no son muchas. Deprimido, falto de expectativas, sin nada más que hacer en la vida, decide suicidarse, pero su valor no es mayor que sus ilusiones, así que, tras varios intentos fallidos, toma la decisión de contratar a unos matones para que hagan el trabajo sucio. Decide convertirse en asesino de sí mismo. En algún momento próximo alguien vendrá y acabará con su vida. Mientras espera, conoce a Margaret (Margi Clarke), una florista por la que se siente atraído al instante. El problema ahora será localizar a los matones que contrató y hacerles ver que ha cambiado de opinión, pues el Honolulu Bar, donde contactó con ellos, ya no existe. En su lugar sólo hay escombros.

El Londres que encontramos en la película no es nada turístico. Eso, por supuesto, lo hace más atractivo. Interiores cochambrosos, hoteles venidos a menos, paisaje de chimeneas, solares derruidos de extrarradio, calles solitarias en que resuenan los pasos, bares de medio pelo con clientela escasa, patios interiores que dan a cementerios, oficinas en las que se acumulan los papeles y el polvo, establecimientos que guardan en su deterioro la memoria de tiempos mejores.











Rojos y verdes intensos en paredes desconchadas, reflejo de las vidas de sus personajes. Hieráticos, solitarios, callados, enfermos, desfavorecidos, miradas perdidas. Intuimos sentimientos fuertes, pero no los manifiestan. Están detrás. Miran y callan. Desconocemos su pasado. Historias contadas sin apenas diálogos, que se reducen a unas cuantas palabras sueltas dichas en el momento adecuado. Cine casi mudo que vuelve a sus orígenes: contar sólo con imágenes nuestras vidas.

La presencia de Jean-Pierre Léaud (no en su mejor papel), de mirada desorbitada, nos remite inevitablemente al Antoine Doinel que siempre fue y nos hace pensar en esta película como una secuela final de la serie que François Truffaut dedicó al personaje. La estética es muy diferente, pero el personaje tiene algunos puntos comunes. Entre ellos, su escaso sentido de la realidad y su origen francés (en la película deja bien claro que no quiere volver a su país). Es como si pudiéramos ver qué ocurrió con él algunos años después. Me ha sorprendido muy gratamente la actriz que lo acompaña, Margi Clarke, cuyo aspecto recuerda intencionadamente al personaje de Kim Novak en Vértigo (Alfred Hitchcock, 1958), lo que le da un aire misterioso que sobrevuela toda la película. Desconocemos su historia. Sólo es una presencia y un sentimiento intuido.









Y, al igual que en El Havre (2011) o en Leningrad Cowboys Go America (1989), y, supongo, en toda su cinematografía, la música tiene mucha importancia. Kaurismäki incorpora a sus películas una banda sonora muy cuidada. En todos los interiores, casas o bares, siempre suenan canciones. En esta ocasión, Billie Holliday, Little Willie John, Carlos Gardel y Joe Strummer, entre otros. Canciones como "Body and Soul" o "Cuesta abajo" son en sí mismas una declaración de intenciones. O como este "Burning Lights", que quiero ahora compartir contigo.


Tras comprar unas gafas de sol (se las vende el propio Kaurismäki), el protagonista entra en un pub y suena esta hermosa canción de Joe Strummer, que nos habla de sueños de infancia que han ido creciendo con nosotros, de largos caminos recorridos y de señales que sólo tú puedes descifrar. Una guitarra eléctrica, algo de percusión y un escenario elemental. Música en estado puro para un cine en estado puro. Como un rayo de sol que entra por la ventana en un día gris.




Some dreams are made for children
But most grow old with us
And when the air can hope to hold on
And to the ground from dust to rust.

Burning lights in the desert
Such a sign only you would know
Your running tyres, they're out of pressure
Such a sign only you would know

And I've been a long haul driver
Moving things but the cops don't know
Now I can see the writing
You are the last of the buffalo

Burning lights in the desert
Such a sign only you would know
Your running tyres, they're out of pressure
Such a sign only you would know.

Now I've been to California
And I've been to New South Wales
Sometimes I, I pull over
When I realise I've left no trace

Burning lights in the desert
Such a sign only you would know
Your running tyres, they're out of pressure
Such a sign only you would know.

No he visto muchas películas de Kaurismäki (ésta no es la mejor), pero he de reconocer que este director finlandés me tiene atrapado. Un cine personal, visualmente poderoso y que llega al corazón. 

4 comentarios:

  1. Para mí, Kaurismäki ha sido un gran descubrimiento. Su cine es personal, diferente. Transmite tantas cosas a través de sus personajes -sin apenas un gesto cómplice- y su música...

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  2. Yo también estoy enganchado al cine de Kaurismäki, tan personal e interesante. Si mal no recuerdo, he visto cuatro películas de su filmografía: “Un hombre sin pasado”, “Nubes pasajeras”, “Luces al atardecer” y “El Havre”. Todas me han gustado muchísimo, aunque guardo un especial recuerdo de “Un Hombre sin Pasado”, supongo que por ser la película con la que lo descubrí, en un ya desaparecido cine de Granada. Recuerdo que, tras ver la película, estuve loco unos días por conseguir la banda sonora y es que, como bien dices, las canciones juegan un papel muy importante en las películas de Kaurismäki. No he visto “Contraté a un asesino a Sueldo”, pero la canción de Joe Strummer es chulísima. Curiosa la relación de Strummer con el cine, también aparece en “Mystery Train” de Jim Jarmusch. Por cierto, no sé si sabes que en Granada han puesto su nombre a una plaza, a Strummer le encantaba la ciudad de La Alhambra y hasta llegó a producir y tocar en el segundo disco de 091.

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  3. Totalmente de acuerdo, Gracia. Creo que se va imponiendo montarse un buen ciclo en abril con lo que nos queda de Kaurismäki (que es mucho). Por cierto, qué detalle la foto de Elvis detrás de Joe Strummer. ¿No te parece? Un beso.

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  4. Pues no coincidimos en casi ninguna, Gil Pupila. De las que mencionas, sólo he visto El Havre, que me encantó (la que más). Tengo mucha gana de ver Un hombre sin pasado. Por lo que comentas, veo que hay Kaurismäki de calidad para un tiempo. Eso está bien. A mí también me gusta mucho la música de sus películas (reconozco que tengo debilidad por la escenas en que suena Gardel). Leningrad Cowboys go America es puramente musical: la historia de un grupo finlandés que cruza Estados Unidos y sobrevive como puede tocando en tugurios y bares de carretera. Lo más curioso es que se adaptan sin problemas a la música de las zonas por las que pasan: country, blues, tex-mex, rockabilly... Una comedia musical ácida y disparatada. Muy divertida. Por cierto, que Jim Jarmusch, al que mencionas, tiene un pequeño papel. Sí sabía lo de Joe Strummer y 091, pero no lo de la calle de Granada. ¡Qué buena idea! Un abrazo.

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