sábado, 14 de octubre de 2017

Impresión de otoño


Los pájaros se alejan, geométricos e imprevisibles, de sus sombras. Bajo los árboles, junto al Palacio de Justicia, sigo su vuelo incierto. Van y vienen. Se mezclan entre sí, convertidos ya, sombras y pájaros, en un imposible. Mediodía solitario. A mi lado pasa, cabeza baja y andar ligero, como de entre semana, una muchacha. Tirantes. Leve vestido veraniego. Pelo recogido. Zapatos bajos. Imágenes de una historia que no fue. Carnalidad de los recuerdos. Fulgor instantáneo de lo acabado. Vuelo improbable. La ciudad, casi vacía, se convierte en un decorado de la memoria, que la amuebla impredecible y antojadiza. Una viñeta de cómic con el horizonte levemente inclinado y el esbozo infantil de alguna nube, simples pellizcos de tinta en un cielo de colores desvaídos.

En la avenida, junto a los muros viejos del palacio, todo emprende su vuelo definitivo hacia la copas más altas, perdido ya el referente de las sombras. Los últimos destellos, oscuros, errantes, guían mis pasos y mis palabras.

2 comentarios:

  1. Nuestras vidas están llenas de historias que nunca fueron.

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  2. Una ciudad que decora la memoria, es una ciudad donde no me siento bienvenido. Al final, la memoria funciona como la sombra, y nosotros como aquellos pájaros que se alejan de sus sombras creyéndose libres de las mismas. Cruel y desgarradora realidad de un corazón triste.

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